Como se diría en un dicho popular, “De buenas intenciones está lleno el infierno”, no basta con tratar de mirar la pobreza desde una mirada evangelizadora, en donde todo se limita a la caridad y justicia divina, ya que la única justicia que podría brindarle igualdad a los individuos sería la de un todo poderoso, pero que paradójico, también está destinada a los creyentes, por lo tanto excluye de igual manera que la justicia civil, que está hecha para los poderosos y que los limitados de recursos quedan excluida de ella. Cuando se habla de Bienes Espirituales y tomamos como ejemplo la Educación , la realidad Chilena, deja mucho que desear, cuando hablamos de igualdad en la educación o acceso a una educación de calidad, ésta también está destinada a los estratos socioeconómicos altos o sectores medios, que serán los que proveerán de empleos a los que ingenuamente confía en las prometida educación de calidad que solo los arrastra a una mayor desigualdad. Si llevamos el concepto Dignidad Inviolable a la educación, no es acaso avasallar la dignidad de un niño o adolescente el que sus colegios no cuenten con el personal adecuado que le permita un desarrollo integral del niño en riesgo social o proveniente del sector más vulnerable, con comidas adecuadas en cuanto a higiene y cantidad adecuada, etc., la solidaridad también debiera reflejarse en el traspaso de información y adelantos tecnológicos entre los colegios de elite y los municipalizados.